Que sí, que es verdad, que Alfaro ya pasó una vez por estas páginas virtuales. Pero es que me cae muy bien, no Alfaro, que también, sino ese personaje tan magistralmente perfilado que ha conseguido para su blog Cuanto sé de vos. He aquí, escogidas al azar, dos viejas entradas.

 

 

 

Martes 8 de mayo de 2007

El tuerto, el manco y el flaco

 

Mira que es raro esto, uno de mis amigos tiene el ojo rojo y el párpado morado, qué respigos que me da, le han operado porque veía unas cosas raras y ahora dice que no ve, claro, todo el ojo es una rojez. Le he dicho, puedes ponerte unas gafas de sol y así no se te verá el ojo. Bah, para qué, me ha contestado. Hombre, te dará más carácter, le he respondido.

Pues, otro de mis amigos va con un brazo medio vendado porque le han quitado una cosa, me dijo, no sé qué cosa… Ya no puedes coger la espada, le dije. Y así vamos, a un lado, uno, con el ojo rojo; al otro lado, el otro, con el brazo vendado, y yo, en el medio, con mis complejos de adolescente que no se ven, gastándoles bromas muy en serio, que si la gomina del pelo, que si el vello del entrecejo, que si estamos demasiado delgados, que si vamos al gimnasio, que si las gafas de sol, que si tengo que sacar a pasear al perro, que si estudio un módulo, que si voy a la universidad, que quisiera hacerme invisible cada vez que mi madre me carga de bolsas de basura para que las baje al contenedor, pues yo quisiera abrir la ventana y ¡hala, basura va! como antes de El motín de Esquilache, y el perro detrás todo el día, qué rollo.

¡Troupe, troupe! El tuerto, el manco y el flaco. De verdad, que no sobro.

No. El tuerto, el manco, el flaco y el perro. Así mejor, mi troupe fantastique.

 

 

8 de julio de 2007

Fauna urbana

 

Entro, salgo, juego, leo, sintaxeo y morfologeo, me entreno con los neologismos y los cultismos. Estoy en una encrucijada, veo pasar, yo espero, es verano y no me desagradaría tanto ir y venir del pueblo si no fuera por tanto insecto: mosquitos, arañas, arañones, moscas, moscones, hormigas, saltamontes, escarabajos… Menuda fauna.

Prefiero la fauna urbana, ver cómo mi amigo se merienda una barra entera de pan con mantequilla y luego se va al gimnasio para bajar sus 110 kilos, o cómo Silvia nos mangonea a todos «¿no estaréis hablando de mí?» pues no, Silvia, no, no eres el centro de mi universo y yo sé que el punto G está aquí, en la base del bulbo raquídeo, para que te rías a gusto de algo.

  

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